Autor: Dr. Renny Yagosesky.
La vida humana es un reto
que no siempre resulta fácil de sobrellevar, especialmente si lo hacemos en
solitario. Es frecuente que nos enfrentemos a situaciones nuevas y desconocidas
que exigen lo mejor de nosotros. Sin embargo, cuando los requerimientos rebasan
nuestra capacidad o disposición, se hace necesario buscar y aceptar apoyo, para
lo cual el requisito esencial no es otro que confiar, confiar en los demás.
Confiar en los demás no es algo fácil, especialmente si nos hemos sentido
engañados o traicionados y hemos aprendido que muchos, quizás la mayoría de las
personas, ocultan, exageran o mienten para evitarse incomodidades o para
obtener beneficios particulares.
¿Por qué debemos confiar en los demás? Es necesario confiar en los demás
porque, salvo contadas excepciones, se nos dificulta estar solos. Dependemos de
otros para amar, aprender y enseñar. Es un hecho, que compartir un secreto,
darnos darse a conocer en pleno, iniciar una relación amorosa, una sociedad
comercial o convivir en familia, exige de manera obligante el condimento de la
confianza. Además, somos un producto de quienes nos han rodeado, influido y
enseñado, aunque esas enseñanzas hayan estado coloreadas de amor o de dolor.
Los puntos de vista sobre la confianza en los demás siempre ha estado dividido:
Pensaba el poeta Juvenal: “Confiar en todos es insensato; pero no confiar en
nadie es neurótica torpeza”. Para Francois de la Rochefoucauld, es más
vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos. Sin embargo,
para el dramaturgo norteamericano Tennessee Williams, debemos desconfiar unos
de otros. Es nuestra única defensa contra la traición.
Lo
cierto, es que no se puede vivir sin confiar, pero no es posible confiar en
todos. Sabemos que algunos se nos acercan desde su interés egoísta, y dan valor
a célebre frase: “el amor y el interés se fueron al campo un día y más pudo el
interés que el amor que le tenía”. Otros, sin embargo, portan la semilla de la
lealtad y la honestidad. He llegado a pensar, que sólo resulta confiable aquel
que nos ama, quien tiene una férrea educación en valores o ese que se está
beneficiando de nosotros en alguna forma. Este último, será confiable,
posiblemente, mientras dure su provecho.
Muchos sabios y filósofos aconsejan desconfiar. Para Sai Baba, no se debe
buscar en el hombre lo que sólo Dios puede proveer; Gurdjieff ha dicho, que es
inteligente no dar demasiada confianza a las personas, y que dentro de cada
persona hay muchas personas, por lo que no se hace fácil confiar. Osho, sólo
confía en los que se han desarrollado espiritualmente. Una amiga me dijo hace
años, que sólo eran confiables los que crían en el karma y en Dios.
Pero, ya que no podemos prescindir de las relaciones, que existen numerosos
beneficios en los vínculos basados en la confianza y que resulta necesario
correr riesgos, debemos aprender a saber en qué personas podríamos confiar.
Las
personas más confiables tienden a ser aquellas que:
- Conocemos muy bien, por sus obras,
más que por sus palabras.
- Son recomendados por gente que nos
ama, nos respeta o admira.
- Se atreven a decirnos
asertivamente la verdad y muestran desacuerdos.
- De formación espiritual y de
valores claros y fuertes.
- Que no tienen interés especial en
obtener algo de nosotros.
- Tienen tradición de responsabilidad,
prudencia y discreción.
- Temen conscientemente las
consecuencias espirituales de sus actos.
Mi recomendación final sobre este tema, es que comprenda usted que todos
cambian, que los engaños son producto de la ignorancia, que cada día es nuevo,
que perdonar sana, y que, así como a usted le gustaría que otros confiaran en
su palabra, otros también lo anhelan y lo valoran. Como dice Antonio Bolinches:
“Si piensa usted que es posible cambiar, ¿por qué no confiar en otros podrían?
Por: Lic. Psic. Felipe de Jesús Loranca Aguilar.