Adaptado de "La
Depresión Infantil" del Dr. Eduardo R. Hernández González.
Pediatra y Terapeuta de la Conducta Infantil.
La depresión
infantil puede definirse como una situación afectiva de tristeza mayor en
intensidad y duración que ocurre en un niño. Se habla de depresión mayor,
cuando los síntomas son mayores de 2 semanas, y de trastorno distímico,
cuando estos síntomas pasan de un mes. Los
partidarios de una depresión infantil específica se ubican en dos tendencias, a
saber: los evolucionistas, que opinan que la depresión infantil se va
transformando según la época evolutiva de la vida del niño en la que se
presenta, sostienen pues la existencia de una DI Evolutiva, y aquellos que
sostienen la existencia de la depresión infantil con una sintomatología propia,
no equiparable a la del adulto, especialmente relacionada con problemas de
conducta, de allí el nombre de DI Enmascarada, puesto que muchos
profesionales equivocan su diagnóstico.
Síntomas:
Tristeza
Irritabilidad
Anhedonia
(pérdida del placer)
Llanto
fácil
Falta del
sentido del humor
Sentimiento
de no ser querido
Baja
autoestima
Aislamiento
social
Cambios
en el sueño
Cambios
de apetito y peso
Hiperactividad
Disforia
(por decirlo así, emociones desagradables o molestas)
Ideación
suicida
En la
actualidad se admite una compleja interacción de distintos factores tanto de
carácter biológico como social que sirven de base a la aparición de las
distintas conductas normales y patológicas. Es necesario que se dé una cierta
vulnerabilidad personal, familiar y ambiental que combinadas dan lugar a la
aparición de una conducta desajustada. En el caso de la DI, los
elementos que suponen una vulnerabilidad son de naturaleza biológica, personal,
social y demográfica.
Epidemiología De La Depresión
Infantil
Los
porcentajes de DI detectados entre la población infantil es alrededor
del 8-10%, de acuerdo a numerosas investigaciones. Diversos
estudios señalan que el sexo femenino se ha asociado sistemáticamente al
incremento de la probabilidad de desarrollar depresión, efectivamente la
sintomatología es más alta en las niñas que en los niños, sobre todo en los
rangos que sobrepasan los 12 años, antes de esta edad es raro encontrar
diferencias entre los dos sexos.
Influencia De La Familia Y La
Escuela En La Depresión Infantil
La
familia es el entorno más inmediato del niño, su microcosmos y en sus cuidados
y atención se basa la posibilidad de supervivencia del sujeto humano, pero no
sólo su supervivencia física, sino personal ya que el niño desde los 0 meses
hasta los 3 años, desarrolla todos los elementos básicos con los que más tarde
va a construir su vida futura: lenguaje, afectos, hábitos, motivaciones. El apego
con el que la madre y el hijo se impregnan mutuamente es el vehículo de una
adecuada integración social y personal del niño. Los apegos inseguros se han
relacionado con todo tipo de problemas de conducta y también con la depresión,
así como un apego seguro es la meta ideal de prevención de la aparición de
depresión infantil. Así mismo la depresión materna aparece claramente definida
como uno de los factores de riesgo asociados al desencadenamiento de una
depresión en el niño.
Más tarde
también son indispensables para el normal desarrollo emocional del niño las
buenas relaciones con los padres. Una y
otra vez numerosos expertos han señalado cómo las malas relaciones con los
padres son la fuente específica de muy diversos problemas infantiles, y también
claro está de la depresión. Los
padres deben prestar especial atención a la construcción de una adecuada
autoestima y autoeficacia en el niño, así como incentivar en ellos la capacidad
de afrontamiento, y el manejo adecuado de la frustración, todo ello constituye
la prevención primaria de la DI. En cuanto
a la escuela, sabemos que la localización precoz de cualquier deficiencia de
aprendizaje en un niño y su pronta solución es imprescindible para lograr una
situación de progreso normal y aceptable, eliminando así la posibilidad de
trastornos afectivos que conlleven a la aparición de depresión infantil. Muchos
autores han relacionado la DI con el rendimiento escolar, unas veces
considerándolo como causa y otras como efecto de la depresión. De hecho un niño
deprimido puede descender su ejecución en la escuela, pero también puede
comenzar sus síntomas depresivos por un fracaso académico. De allí radica la
importancia de una buena evaluación y seguimiento por parte del maestro para
detectar estos cambios en el alumno.
El
tratamiento de la depresión infantil ante todo debe ser individualizado,
adaptado a cada caso en particular y a la fase del desarrollo que se encuentra
el niño, en base a: su funcionamiento cognitivo, su maduración social y su
capacidad de mantener la atención. Debe
además involucrar de una manera activa a los padres, y realizar intervenciones
hacia el entorno del niño (familiar, social y escolar). El tratamiento se
divide en tratamiento de fase aguda y fase de mantenimiento. El tratamiento en
Fase Aguda, incluye: Psicológico, Farmacológico y Combinado. A modo de
conclusión, en la actualidad la existencia de la depresión infantil es
un hecho comúnmente aceptado por la comunidad científica especializada, por lo
que ha cobrado gran importancia su estudio y tratamiento. Algunos han llegado a
denominar a la depresión como la enfermedad del siglo XXI.
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Es
importante considerar las emociones de nuestros niños, tanto positivas como
negativas, enseñarles a manejarlas y a poder expresarlas de forma adecuado.
Cuantos padres no cometen el error de pensar que sus hijos no se deprimen por
que lo tienen todo o no hay nada de que deprimirse ya que no trabajan, tienen
familia que mantener, o se enfrentan a la vida de adulto. Sin embargo, las
preocupaciones de los niños son diferentes y muchas veces igual o más profundas
que la de los adultos ya que sus recursos emocionales aun están en
construcción. Les recuerdo que en el CAPI les ofrecemos diagnósticos profesionales
y especializados para la depresión infantil y de más malestares infantiles.
Informante.
Por:
Felipe de Jesús Loranca Aguilar.